miércoles, 28 de noviembre de 2012

Lenguaje inclusivo: tolerancia y flexibilidad


Es frecuente el uso inadecuado que se hace de “los vascos y las vascas” pero, ¿Por qué tanta vehemencia para criticar el esfuerzo que se hace en este sentido?

Trabajar por desarrollar y utilizar un lenguaje inclusivo en las comunicaciones tanto formales como informales de nuestras organizaciones es un aspecto más, a trabajar dentro del amplio campo de la igualdad de oportunidades.

El lenguaje, influido por nuestras actitudes y nuestra forma de percibir, influye a su vez en el desarrollo de las personas, de nuestra identidad como mujeres y hombres. En nuestro proceso de socialización, podríamos enumerar un sinfín de estereotipos de género; es decir, de roles asignados tradicionalmente a unos y a otras que constantemente se refuerzan a través del lenguaje.

No olvidemos que en la medida en que contribuye a interpretar la realidad que nos rodea, el lenguaje, contribuye también a crearla y a reforzarla. Así, “los directivos se reunieron” induce a visualizar mentalmente a un grupo de señores vestidos de traje y corbata (la realidad es que es lo más habitual a día de hoy en nuestras empresas), mientras que “el equipo de dirección se reunió” deja la puerta abierta a mujeres directivas (crea la posibilidad de pensar que hay y puede haber más de una realidad).

El poder del lenguaje es enorme porque precisamente, debido a su carácter constructivo, también puede contribuir a cambiar la realidad. Y he aquí la importancia de que tomemos conciencia de los sesgos del lenguaje. En algunas ocasiones, el lenguaje utilizado, oculta e incluso discrimina a las mujeres.

TOMAR CONCIENCIA es el primer paso que habremos de dar.

El segundo, utilizar su poder “constructivo” para VISIBILIZAR Y RECONOCER a las mujeres en nuestras comunicaciones.

Es suficiente analizar la comunicación interna y externa de las organizaciones en sus diferentes canales y soportes para ver que en la mayoría de ellos existe un uso androcéntrico del lenguaje; es decir, que tiende a excluir o a hacer invisibles a las mujeres en la comunicación.

El sexismo tiene más que ver con la mente de quien habla que con la estructura de la lengua. No hay lenguas sexistas sino un uso sexista de las lenguas.

Por lo tanto, no olvidemos que un uso correcto y no discriminatorio del lenguaje incide en la construcción social, teniendo la capacidad de normativizar y extender una realidad más justa y equitativa.

Existen guías con recomendaciones para un uso inclusivo del lenguaje (publicadas en desde las instituciones) que respetan la corrección del lenguaje en cuanto  gramática y sintaxis y ofrecen versatilidad y alternativas suficientes como, por ejemplo, para poder escribir este artículo utilizando un uso inclusivo el lenguaje sin que ello signifique un obstáculo a la comprensión y calidad del mensaje.

Una persona que sabe mucho de esto me dijo que debemos abordar el fomentar un uso inclusivo y no discriminatorio del lenguaje, sin “histerizar”, con flexibilidad y tolerancia. Se trata de un proceso de aprendizaje y cambio cultural y como tal, es lento y trabajoso. 

Aurkene Redondo, 2009 


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