martes, 3 de enero de 2012

Promesas de siempre


Hoy, ya tercer día del año 2012 -después de los excesos de las fiestas navideñas, donde quedaron en falacias todas esas promesas a una misma y a veces, hasta a tu pareja y amigos de “no me voy a pasar, este año me controlaré”- volvemos a nuestra rutina.

Hemos llegado a trabajar con el doble de tripa, el doble de ojeras, dolor de garganta (tanto de afonía como de tabaquismo) pero con unas inmensas ganas de comenzar otro año de nuestras vidas, ¿a que sí?

Ya sé que no, ya sé que los lunes cuestan, que los eneros más y que un año más también pesa, aunque lo comencemos con la esperanza de que será mejor en todos los sentidos.

Pero no sólo las promesas de fin de año han estado como una mosca detrás de nuestra oreja, también las del año nuevo nos han estado rondando: en enero empiezo la dieta y dejo de fumar, no haré tanto el tonto y me centraré más en mis prioridades, daré más mi brazo a torcer y no seré tan intransigente, en enero empiezo en el gimnasio, saldré menos y leeré más, pensaré tres veces antes de decir lo que pienso, haré nuevas amistades, cambiaré de estilo, aprenderé a tocar un instrumento, me apuntaré a clases de inglés o tal vez de francés, iré a un lugar exótico de vacaciones… en fin, ¿qué te voy a contar? Nos hacemos una lista interminable.

¿Y sabes por qué nos rondan tanto por la cabeza? Porque sabemos que aunque sean alcanzables y dependan de nosotros mismos, no las vamos a cumplir, al menos no todas, ni con toda la disciplina que nos proponemos, la realidad es esa y hay que aceptarla.

Así que desde Urune te decimos que, no seas tan exigente contigo mismo, sencillamente teniendo en cuenta estas tres premisas, las demás piezas del puzle encajarán: sé una buena persona, rodéate de buenas personas y simplemente, sé feliz.

Reflexiones de una cubana... después de las Navidades.

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