La semana pasada
tuve la oportunidad de participar en una jornada de reflexión. En la sesión
pudimos debatir sobre qué tipo de jóvenes queremos educar llegando a conclusiones muy interesantes.
Teníamos claro que la
juventud del futuro tenía que ser educada en los principios de la coeducación;
basándose en la igualdad, tomando conciencia de la importancia y la riqueza de
la diversidad y los derechos igualitarios para todas las personas.
Esta igualdad entre
personas implica interiorizar y asimilar unos valores: respeto hacia una misma
y hacia las demás personas, empatía, autoestima, ser personas críticas… siendo
todos ellos valores que hay que trabajar muy a fondo. Nuestro sistema educativo
debería basarse en reforzar esos valores, para que los niños y niñas de hoy en
día, sean futuros jóvenes llenos de respeto y diligencia.
No es trabajo fácil
el quitar peso a los contenidos académicos para trabajar más a fondo los valores,
pero desde luego creo que es un esfuerzo necesario y que merece la pena. Así es
como conseguiremos llenar el mundo con personas respetuosas y maduras.
Además de enseñar y
transmitir valores, las personas adultas debemos predicar con el ejemplo,
rompiendo los estereotipos y roles enraizados en nuestro interior, no siendo
así, difícil ser ejemplo alguno.
¿Quién se responsabiliza del cuidado de los niños y niñas? ¿Y de darles
de comer en las escuelas? ¿Quién se encarga de la limpieza y el mantenimiento
de las escuelas? ¿Quiénes son los profesores y profesoras de parvulario y de
ciclos más avanzados? ¿Quién se encarga de dirigir la escuela? ¿Quién acude a
las reuniones escolares y quien a los eventos deportivos? ¿Quién es la persona
referente para acudir a un hospital?
Aunque cambiar algunos roles sea más difícil, creo que es
necesario reflexionar acerca de ello. Para que esas criaturas crezcan en
igualdad las cosas tendrían que cambiar mucho, deberíamos reflexionar acerca de
ello y poner en duda algunas de las creencias que cada persona tiene en su
interior.
Estoy de acuerdo con el lema elegido por Emakunde este
año “La igualdad empieza en mí” ¿dónde sino? Para poner en marcha un proceso de
cambio es necesario que la motivación nazca en el interior de cada persona, que
se intrínseca.
En conclusión, hagamos algo para que hombres y mujeres
del futuro vivan en un mundo igualitario; en las escuelas, en las familias, en
todos los ámbitos de nuestra vida cotidiana, siendo hoy en día las personas adultas
ejemplo de ello.
El que todas las personas estén al mismo nivel no aporta más
que ventajas, luego, los esfuerzos merecerán la pena ¿no?
El 8 de marzo está a la vuelta de la esquina, día para
reivindicar estos temas, dirigido a la reflexión y a los actos. Así pues,
reivindiquemos, reflexionemos y proclamemos la igualdad. Alarguémoslo esa lucha
al 9, 10, 11… de marzo; no olvidemos la igualdad en todo el año, ya que la
igualdad empieza en el interior de cada persona, pero que no termine en ella.
Izaro Bideguren
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