En muchos rincones del
mundo, cada Navidad, los niños esperan con entusiasmo sus regalos traídos por
Papá Noel, figura mitológica – y en muchos casos religiosa- que vive en el Polo
Norte, donde recibe todas las cartas de los infantes con sus peticiones para la
noche del 25. Se caracteriza por ser un hombre gordinflón de cachetes rosados,
gafas pequeñas y redondas, copiosa barba blanca y traje rojo y blanco. Y llega,
esa noche, con su trineo mágico volador, tirado por renos navideños y con su
saco mágico repleto de regalos.
En el País Vasco, cambia un poco
la historia. Papá Noel se llama Olentzero,
es un hombre huraño, grueso, de buen comer y beber, vive en el monte vasco
haciendo carbón y cada invierno baja de las montañas a los pueblos con su saco
lleno de regalos a repartirlo entre los niños. Su cara tiznada por el carbón,
su boina, sus abarkas y su pipa son
elementos imprescindibles en sus caracterizaciones y lo puede encontrar
caminando por las calles de los pueblos, en un banco sentado o hasta en los
escaparates de las tiendas. Dicen que el cristianismo adaptó las costumbres
locales anteriores a sus nuevas creencias y que el Olentzero en algún momento y
lugar se convirtió en el anunciador de la noticia del nacimiento de Jesús; pero
realmente, el pueblo vasco no lo ve como un mito religioso ni lo relaciona con
estos temas como es el caso de Papá Noel.
Olentzero, a pesar de ser huraño es
entrañable y de buen corazón. Si vienes en Navidad al País Vasco, seguro te lo
toparás por la calle. Hazle un guiño, te lo responderá con una sonrisa.
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